Es una reflexión poética sobre la muerte y el legado que dejamos atrás.
Rosalía asciende al cielo en esta canción y lo hace acudiendo a su propio funeral. Pero no hay tristeza. No hay rencor. “Todos habéis venido, hasta mis enemigos”, canta con una paz que solo se alcanza cuando se ha cumplido un propósito.
La artista se despide del mundo terrenal con gratitud, reconociendo que su vida, y su música, han estado guiadas por lo divino.
Rosalía se encuentra con Dios en su ascensión.
Le agradece la vida que ha vivido y le deja una petición:
“Prométeme que me protegerás a mí y a mi nombre en mi ausencia”. En una imagen poderosa, la artista se disuelve en el universo: “Yo que vengo de las estrellas, hoy me convierto en polvo para volver con ellas”. Es un mensaje directo a sus oyentes, una despedida que es también una promesa: su legado seguirá vivo en cada canción, en cada escucha, en cada recuerdo.